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Historia de Itauguá

Iglesia Virgen el Rosario

Época Precolombina

Antes del descubrimiento del Paraguay, el actual territorio itaugueño se encontraba bajo el dominio de la nación Guaraní, precursores del subsiguiente asentamiento definitivo del pueblo. El panorama geográfico de la zona que habitaban comprendía una topografía accidentada, sin campos abiertos, con ondulaciones y causes de aguas cristalinas; propicias para una exuberante vegetación y variada fauna.

 Esta abundancia de recursos y la estratégica ubicación en torno a la laguna Tapirakuai (hoy en día Lago Ypacaraí), el murallón del cerro Ybytypané (Cerro Patiño) y el arroyo Jukyrymí con sus afluentes, ofrecían inmejorables condiciones para establecimiento de grupos humanos. Por eso se afincaron allí algunos grupos de avanzada, descendientes de la gran familia de parcialidades guaraníes provenientes del este, de la cuenca del Paraná y el litoral del Atlántico.

Si bien los mismos eran de naturaleza nómada, dejaron tras de sí rastros de su presencia, principalmente en las urnas de cerámica empleada en sus ritos funerarios,  descubiertas ocasionalmente al ser removida la tierra durante las labores agrícolas o de construcción.

Poblamiento y fundación

Con el advenimiento de la conquista y colonización por parte de la corona española, la Orden Misionera Franciscana fue estableciendo varias reducciones indígenas en zonas cercanas a Asunción. Por ello, se puede afirmar que la primera fundación de Itauguá fue realizada mediante la tarea evangelizadora de los “silvícolas itaugueños” a cargo de los misioneros franciscanos asentados en Yaguarón, pueblo que durante los Siglos XVI y XVII fuera un importante centro operativo de catequización.

Esta ardua labor misional consiguió que, a principios del 1700, el catecumenado aborigen se estableciera en torno a una rústica capilla erigida en honor a la Virgen del Rosario, formando un primitivo núcleo poblacional. Las primeras construcciones no habrán sido más que mejoras del tapyi o choza indígena, pero la aldea así establecida logró consolidarse en torno a la  plaza delimitada por la ordenanza virreinal, para la distribución de los solares familiares.

Ya desde la época del  Gobernador Domingo Martínez de Irala, los grupos nativos asentados cerca del arroyo Itay pasaron a formar parte del sistema de Encomiendas o Mitas, o sea, un grupo indígena especial que no se constituía en pueblo propiamente dicho; pero que estaban nucleados en tierras propias y con vida social autónoma, sin dependencia de fuerzas civiles foráneas. Así quedaron establecidas las “mitas” de Itay, que permanecían al cuidado de los gobernadores, y eran llamados  a trabajar en grupos a la ciudad de Asunción, temporalmente; para luego volver a sus hogares con el correspondiente pago consistente en ropas o alimentos, ya que no había moneda circulante.

La segunda fundación de Itauguá o bien dicho la fundación oficial efectuada por la autoridad española, se cimentó sobre el poblamiento previo resultante de la actividad misionera y la presencia de estas mitas, con importante número de pobladores.

En la historia de las ciudades del país fundadas durante la Colonia, se observa que algunas de ellas poseen actas de fundación, como por ejemplo las de Villarrica, Concepción, Villeta, entre otras. También existen otras comunidades (táva) o reducciones indígenas, que los españoles convirtieron en ciudades o pueblos, que por dar algunos nombres podemos citar a Itá, Yaguarón, San Ignacio, San Juan Bautista, Santa Rosa, San Estanislao, etc. Otras ciudades en cambio, surgieron por aglomeración de gente y no tienen una fecha de fundación precisa, como el caso de Itauguá.

 

En rigor, la instalación espontánea de los vecinos en suelo itaugueño se realizó  varios años antes de la “fundación” del pueblo, la cual se produjo por disposición del barón Martín de Barúa, durante su corto periodo de mandato al frente de la Gobernación del Paraguay. Anexo a este trascendental suceso, el historiador y naturalista español Félix de Azara, funcionario del estado, que vino al país como ingeniero delineador (mensurador o topógrafo); ayudó a certificar el nacimiento del mismo en común acuerdo con la junta municipal, estableciendo así una fecha convencional: 27 de junio de 1728.

 

Por lo tanto, de manera oficial y a todos los efectos, se señala al Gobernador Martín de Barúa Picazza como fundador de la ciudad, con el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Itauguá, en la mencionada fecha.

Durante el gobierno de Barúa Picazza, la aldea itaugueña ya presentaba una población suficiente para constituirse en una parroquia. Por lo tanto, era menester su correspondiente oficialización para el establecimiento de las instituciones criollas.

Algunos aspectos que fueron tenidos en cuenta para oficializar dicha fundación fueron:

  • La importancia de la Reducción preliminar al cristianismo en seguimiento de la evangelización  franciscana, durante más de una década de adoctrinamiento.
  • La incorporación de los criollos dentro del sistema de civilización y evangelización.
  • La cercanía estratégica de las Misiones de Itá, Yaguarón y Capiatá.
  • Su producción de bienes agrícolas y artesanales, muy necesarios para la región.
  • Los acontecimientos de la caldeada época de los movimientos Comuneros, que obligaban al Gobernador a justificar su buena administración.
  • El posible pedido correspondiente de la Orden Franciscana al Obispado y a la gobernación de aquel entonces, para la incorporación de más criollos, de tal modo a generar un rápido proceso de mestizaje.

Otra posible razón por cual se estableció la población en ese lugar, se debe a que en la época colonial existía un puesto de control o especie de aduana interna, en un lugar llamado Mba’e Pirungá, (es una degeneración del apellido del dueño original) que según referencias estaba ubicado entre el arroyo Mboi’y (víbora del agua) y otro arroyo (actualmente es el km 25 sobre la Ruta Mcal. Estigarribia), y por el otro lado un campo con bosquecillos que en ese entonces se llamaba Guazú Vira (ciervo de los pantanos), que se extendía hasta el cerro Caacupé.

 

Época Colonial

En su etapa temprana, el pueblo de Itauguá apenas establecido, no pudo sustraerse de los caldeados acontecimientos surgidos en torno de las Revueltas Comuneras, pues fue foco de acciones “anti regalistas”.

En 1733, un grupo de vecinos asuncenos y lugareños acaudillados por Ramón Saavedra, se organizó en una “Junta del Pueblo” en Mbocajaty, para alzarse en contra la autoridad española, como reacción ante lo que se percibía como un atropello a los intereses del pueblo en favor de la poderosa Compañía de Jesús. Fue el mismo Saavedra quien tomó el mando de un contingente armado, que presentó combate en Guajaibity a las fuerzas del Gobernador Agustín de Ruiloba, el cual fue ultimado en el entrevero. Posteriormente, en 1735, los refuerzos del Virrey Baltazar García Ros habrían de imponerse a los comuneros en Tavapy (actual Roque González de Santacruz), poniendo fin a la revuelta. Varios de cabecillas fueron encarcelados, exiliados o ejecutados como en el caso de Saavedra.

Son pocas las referencias que se tienen del poblado en años posteriores. Hacia 1761 sus habitantes ya alcanzaban un millar, con predominancia étnica indígena guaraní, con unos pocos españoles y criollos; a los que se añadieron algunos pardos libres, manumitidos por el Gobernador Pedro Melo de Portugal en 1782.

 

 En  1769, fue declarado vice parroquia de Pirayú por disposición del Obispo De la Torre, con lo que se dio inicio al remozamiento de la primigenia capilla y a la posterior edificación de un nuevo templo, que concluyó en 1795. Para ese año, la población era de 2235 habitantes, y seis años después, sumaba 2.796.

 

Por tanto, la tasa de crecimiento en aquella época podría ser estimada en 50 nuevos pobladores por año, en contraste con las localidades de los alrededores, como Itá, Yaguarón e Ypané, que sufrieron una recesión demográfica motivada por varios factores, como el éxodo de los indígenas ante el abuso del sistema de las “mitas”.

 

 Época Independiente

 

 Siglo XIX

 

 Los albores de la de la gesta de Mayo de 1811 encontraron a Itauguá asumiendo su “mayoría de edad” como población, con el establecimiento de elementos que definirían su carácter urbano, tales como:

• La apertura de calles circundantes a la plaza del templo parroquial.

• La división en cuadrículas de las manzanas, con el trazado de dichas calles, que no existía con anterioridad pues solo se utilizaban caminos de trazado irregular.

• La construcción de unidades habitacionales seriadas, para solares familiares.

 

 El periodo de la dictadura francista supuso para al Paraguay el aislamiento y el nulo contacto con elementos extranjeros. Esto favoreció el auge de la manufactura artesanal, cuyo punto culminante sería, aproximadamente en esa época, el nacimiento del Ñandutí, símbolo cultural de la ciudad y del país.

 

 Otro evento trascedente se dio en 1830, a cien años de la fundación, cuando el templo parroquial fue totalmente refaccionado, con el agregado de “diez lances con sacritía” y el aporte de “ornamentos trasladados desde Areguá” y “una campana proveniente de Itapúa”.

 

 Hacia 1850 Itauguá administraba hasta la parroquia de la ciudad de Areguá y toda la actual ciudad de Ypacarai, y extendía la población al oeste en la zona de Mba'e Pirungá (actualmente Mboi'y), donde estaba el puesto aduanero. Desde la independencia hasta la época de López la autoridad estaba a cargo de un "Jefe Político" que cumplía la función de todos los poderes políticos. Recién hacia 1851 se nombró un Juez de Paz en la zona.

 

A partir de la segunda mitad el S. XIX, la zona tuvo un importante crecimiento económico y poblacional, principalmente durante el gobierno de Carlos A. López, cuando se construyeron los módulos de viviendas seriadas; un gran adelanto para la época, de las que se conservan hasta hoy día edificaciones emblemáticas como el Museo San Rafael, la recova (galería) ubicada sobre la calle Tte. Esteban Martínez y otros. La inauguración del servicio regular del tren hasta las estaciones de Patiño y Guazú Vira (hoy Ypacarai) el 27 de marzo de 1862,  estableció un hito en la modernización de la infraestructura de la República.

 

Durante la Guerra contra la Triple Alianza, la vida comunitaria prosiguió con relativa normalidad, pero tras la ocupación de Asunción por el ejército brasileño, en enero de 1869, su población debió ser evacuada, siguiendo la retirada de las tropas hacia Cerro León. Luego de ese evento, Itauguá corrió la misma suerte que la capital y ciudades vecinas, ya que los desenfrenados invasores perpetraron todo tipo de vandalismo y pillajes en el poblado desierto. Muchos de sus habitantes ya no  volverían al terruño, victimas del enemigo, el agotamiento, las enfermedades y el hambre que acompañaba los restos del ejército paraguayo.

Una vez concluida la hecatombe, la reorganización poblacional y social fue lenta. A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX se produjo el arribo de inmigrantes provenientes de Europa y Medio Oriente, que contribuyeron a dinamizar la vida de la comunidad, además de dejar su impronta en el apellido de sus descendientes, tales como los Alé, Barbotte, Bittar, Carnibella, Cóppulo, Dujak, Goodacre, Matteucci, Pascualinni, Roncisvalle, Tanasio, Tottil, por citar algunos.

En 1887, su territorio sufrió la desmembración de la estación de Tacuaral, que luego pasó a ser la ciudad de Ypacaraí, a causa de un pedido efectuado por los vecinos, ante el gran movimiento progresista que alcanzó la misma gracias a la infraestructura de la vía férrea. Esta no sería la única intervención relacionada con su integridad territorial, puesto que años más tarde, en 1906, un decreto del Poder Ejecutivo lo integraría al Departamento de Paraguarí junto a los partidos de Carapeguá, Tabapy, Caballero, Escobar, Yaguarón, Pirayú e Ypacaraí. Por último, en 1945, otro decreto habría de ubicarlo definitivamente en el Departamento de la Asunción o Central.

El 23 de diciembre de 1892, bajo la iniciativa del cura párroco Andrés Avelino Insaulrralde, se conformó una “Asociación Popular” destinada a movilizar a la población para la reconstrucción del templo parroquial Virgen del Rosario, el cual se encontraba el ruinoso estado desde la post guerra del 70. Los trabajos se iniciaron en 1896 y culminaron doce años después, requiriendo ingentes esfuerzos de la comunidad para costear las obras, las cuales alcanzaron un costo global de 78.972,90 pesos fuertes de la época. La consagración de la nueva iglesia se realizó el 4 de Octubre de 1908, con un solemne acto que contó con la presencia del presidente de la república, Dr. Emiliano González Navero.

Siglo XX

Las primeras décadas del siglo pasado en Itauguá se caracterizaron por el estancamiento del orden económico, social y cultural comunitario. Las causas de esta decadencia fueron, entre otras, la sequía y la plaga de langostas que produjeron una carestía general entre 1917 y 1919, las Guerra Civil de 1922 entre facciones liberales (los saco puku y los saco mbyky) y finalmente, el estallido de la Guerra del Chaco.

En aquellos años, la imagen del pueblo se reducía al templo parroquial con su plaza, la segunda plaza constituida en recova (mercado), y los conjuntos de casas seriadas en torno a estas plazas. Las calles carecían de pavimento y no había provisión de agua corriente y energía eléctrica.  Durante un periodo de casi cincuenta años casi no se construyeron nuevas viviendas en el casco urbano, pues la mayor parte de la población se encontraba diseminada por las áreas rurales circundantes.

Las comunicaciones con el resto del país, a falta de caminos de todo tiempo, se realizaban desde la estación del ferrocarril de Patiño, complementado con un servicio de diligencias (sulkis) hasta el centro de la ciudad y el sistema de correos, encomiendas y telégrafo que operaba con regularidad.

Luego culminada la Guerra del Chaco, en 1938, la Comuna Municipal itaugueña fue declarada Intendencia, siendo su primer intendente Don Virgilio Rolón por un corto tiempo, ya que volvió a su estado anterior, a causa de que la escasa población urbana no podría sostener un presupuesto acorde al rango de ciudad, además que la infraestructura era escasa.

Escena del documental Paraguay de Jules Bryent (1945), que refleja la vida cotidiana en el antiguo mercado del pueblo, demolido algunos años después.

Fue a partir de 1940 comenzó a registrarse una sostenida expansión urbana, con la apertura de la ruta internacional “Mariscal Estigarribia”. Las extensas fincas privadas fueron dando paso a nuevos loteamientos inmobiliarios, primero en los alrededores del casco histórico, para lugo expandirse hacia las compañías (Cañadita, Mbocajaty del Sur, Potrerito).

Algunos hechos resaltantes de la segunda mitad de siglo:

•  La instalación de las primeras fábricas aceiteras: Bittar y Matteucci Hnos.

•  La apertura de la Escuela Normal N° 18, hoy colegio nacional E.M. “Itauguá", en el predio que ocupaba el mercado municipal (1957).

•  Es establecido el servicio energía eléctrica (1972)

•  Se construyen los primeros pavimentos pétreos en el casco urbano (1975,1978,1985)

•  La Junta de Saneamiento de Itaguá inicia la provisión del servicio de agua potable (1980)

•  Itauguá obtiene el rango de Intendencia (1980)

•  Es inagurado el Gran Hospital Nacional en la compañía Itauguá Guazú (1991)

•  Una grave crisis finaciera provoca cierre de empresas tales como la Aceitera Itauguá, Prime Cotton, Matteucci Hnos, Filcotton (1995).

•  La selección itaugueña de fútbol se consagra campeona del Interligas por primera vez (1998).

•  El gobierno ordena el traslado de la cárcel de menores "Panchito Lórpez" a las afueras de la ciudad, con el nombre de "Centro Educativo Itauguá", lo cual genera protestas de los pobladores ante lo que consideraban era una medida improvisada e inconsulta (2000).

 

Fuente:

Pedrozo, Dr. M. C., (1994).4 Eras de la historia de Itauguá. Asunción: Artes Gráficas Zamphirópolos.

 

 

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